jueves, 30 de enero de 2020

Es martes de atardecer

Es martes de atardecer y doblo
las sábanas limpias
extiendo los bordes arrugados
y despliego el abanico de dobleces
rebeldes
y doblo extiendo y vuelvo
a doblar
con golpecitos suaves que
dejan escapar el aire
de suavizante de lavanda falsa.

Apilo por colores las sábanas dobladas
celeste, crema, verde,
rosa alilado.
Hago lugar en el placard
y meto
la mano hasta el fondo
donde quedó olvidado
un pedazo de tela,
un arrugado cobertor rojizo,
un dejo
de perfume antiguo
que cubrió dos cuerpos
casi niños,
desabrigados
siempre
hambrientos e imprudentes
que no paraban de reír.

Era una manta labrada
rojo resplandeciente
de alguna abuela muerta
que fue a parar a los pies
de la cama,
 lo único que nos quedaba frío
eran los pies,
se nos arrollaba al cuerpo, giraba con
nosotros
y al cabo
reposaba hecha un bollo
en la sombra.

Saqué la mano rápida
no fuera que me quemara
el antiguo fuego
y tapé los huecos del placard
con rosas, lilas, verdes,
doblados y perfectos
de falsa lavanda.
Es martes, de atardecer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario